Es tan real la realidad que no me
alcanza, ni la pillo ni me pilla; yo, que voy quedándome a lo ido, que revendo
mariposas gratis al invierno y pienso sin ponerme las palabras entre cejas; éste,
que de imprevisible veo lo que no se impone o presta a ser visible, así me bajo
por las subidas que se curvan hasta que la suerte duele y el dolor se muere de vergüenza,
iré pinchándole las ruedas a la puta muerte, que ojalá lo fuese, pero la parca no
tiene cuerpo para alquilar, por eso nos quita los nuestros.
Y tan irreal se atreve a sernos
la existencia humana que me alcanza demasiado, que me pilla y deja ciego. Quiero
ser un berberecho. Un berberecho libre. Libre de pensamientos, y aunque sé que
pido mucho, también olvidar el mito de los palillos, el álgebra de las
corrientes, el vermut de los asesinos, el sino de los cosenos, el beso de la hipocresía
con hielo. O una almeja, o una medusa trasparente y que me traspase la luz, no
quiero ser perseguido por mi sombra. Mi destino es no tenerlo. Los calendarios
no tienen de altruistas ni los festivos, y por más que me retoquen los huevos,
seguir naciéndome en cada instante sin avisar, berberechándola a la bartola,
saludar a los tiburones, ponerme hasta el culo de plancton y leer las olas allí
donde los únicos bancos los llevan los peces.
griFOLL
17.2.15
casserrespoblepoema
No hay comentarios:
Publicar un comentario